
Pasión y tradición son los dos pilares fundamentales de la historia de esta firma, heredada de generación en generación.
Todo empezó en 1870 en Nueva York, donde André Corsiglia aprendió el oficio de pastelero de su tío durante años. No fue hasta 1896 cuando André Corsiglia se estableció en la ciudad francesa de Marsella donde se pondría la primera piedra de la empresa Corsiglia, siendo pionera en la introducción de Marrons Glacés en Francia.
El compromiso de ofrecer productos de primera calidad es el sello característico de Corsiglia, convirtiéndose a lo largo de su historia en referencia a nivel internacional en la fabricación de marrons glacés y fruta confitada.
Corsiglia desde su creación, acompaña a los profesionales más
exigentes en busca de productos auténticos y de sabor excepcional.
Hoy en día, la sexta generación está al mando de la empresa familiar, perpetuando su ”savoir-faire” para el deleite de los gourmets y de los paladares más finos.